domingo, 26 de octubre de 2008

Mi soledad y yo ...


Mi soledad y yo hace tiempo que firmamos una alianza de no agresión: testigos fueron su malasombra y mi hastío.

Ella hizo voto de no tiranizarme con su insidia. Y yo, me comprometí a no dejarme balancear al alcance de sus zarpas.

De vez en cuando, me dejo arrastrar hacía su recóndito silencio y ella, leal, me zarandea recordándome nuestro convenio.

Otras, es ella, olvidadiza, quien se cuela por las rendijas de mis puertas; viscosa y muda, y yo, para que no me seduzca le cierro todos mis recovecos.

Cuando en mis alrededores la algarabía hiere mis apetencias de sosiego, la reclamo, y ella a mí acude engalanada de gris. Y entonces yo, cansada, me dejo acariciar por sus arrulladoras manos…

Pero, cuando sin requerirla aparece de negro paño vestida, antes de que macule mí alma; extraigo de mi seno el pacto sellado, y le recuerdo su compromiso; y aunque ella se empecine, y pretenda quedarse en mis estancias más de lo legalmente autorizado, yo me armo de voluntad y la desdeño.

Mi soledad y yo… Llevamos años gozando de una tolerable coexistencia.

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